Consecuencias, alteraciones y penas son la rutina diaria que me esfuerzo en vivir, continuar y en sufrir.
Las personas a mi alrededor me piden que piense, que vea lo que hago y dejo de hacer, que reconsidere las acciones y el daño que produce en las personas.
Lo que ellos no entienden es que así es mi forma de actuar, que sólo ahora puedo comportarme como siempre he querido hacerlo, que la seguridad que me da la libertad es mi motivación, que me rehuso a seguir desaprovechando oportunidades, que me cansé de ver a los demás haciendo lo que yo quiero, que es momento de dejar de pensar y comenzar a actuar, que es imposible que después de desatado mi accionar los deseos se vuelvan a guardar.
Después de todo, las consecuencias y los daños vienen hacia mí, las personas ajenas sólo lo ven desde afuera y no tienen derecho a opinar, y los beneficiados no se pueden quejar, al contrario sólo deben disfrutarlo.
1, 2, 5, 10... ¿en qué puede afectar?, si hay alguna consecuencia grave sólo la puedo enfrentar, después de todo no habrá reclamos ni problemas.
Mientras la mente divaga sin final, los oídos reciben todas las opiniones, los ojos ven la vida en colores y el olfato se agudiza una vez más; las sensaciones recorren todo mi cuerpo y en ese momento, las opiniones pierden su valor y el deseo lo llena todo, la ansiedad me invade cada vez más fuerte y llega el momento en que deben salir.
Aquellos atardeceres que tranquilizan, me remiten a la idea de la irreverencia y de la locura desbordante, el viento que motiva a hacer lo impensado y la luna que grita la satisfacción de deseos, todas ellos se comportan como si supieran exactamente lo que quiero, saben lo que pienso y me incitan a llevarlo a cabo.
Sería tan fácil reaccionar como tantas personas en el mundo, que tratan de amortiguar los daños culpando a otros de su accionar, pero esa es la actitud más cobarde que se puede esperar, si yo soy la que goza por beneficios ¿porqué lo voy a negar?
Cada pequeña cosa debe de ir en su lugar, no importa si después cambia de opinión, por el momento, hay que mover las piezas a mi conveniencia y después, sólo después pensar en las consecuencias.